Se llama felicidad.

-Hay un punto en la vida en la que miras hacia atrás, y te das cuenta que lo que queda hoy son los recuerdos. He tenido momentos malos, buenos, peores y mejores y siempre intento quedarme con el mejor granito que hay de ese montón de años. Ahora, es cuando reflexionas tumbada en la cama mirando a la nada si todo lo que has vivido vale la pena. Yo creo que sí. Cada momento es tiempo para aprender, aprender que antes de un llanto vino una risa, de aquellas amistades que iban a ser eternas, las fiestas y las risas, de aquellos suspensos y de aquellos aprobados, de aquellos sueños que teníamos de niños, el presente que nos hemos ganado, de las peleas, las reconciliaciones, de las canciones con las que lloramos y con las que nos quedamos sin voz un sábado por la noche y con un par de zapatos rotos de tanto bailar, de los cumpleaños cuando éramos unos enanos, de las películas de Disney, de los días de lluvia, de los paseos en familia... Son momentos que en el momento no se aprecian tanto como con el paso del tiempo. Por eso no hay que dejar que un recuerdo te atormente y hay que mirar el lado positivo de las cosas, porque lo que vivimos no se va a repetir dos veces. Cada paso que damos es distinto del anterior, por lo tanto nunca volveremos al estado ni a la posición que teníamos un segundo atrás.

Por eso quiere cuando tengas a quien querer, llora cuando tengas motivos para hacerlo, ríe cuando estés feliz o sin estarlo, simplemente haciéndolo te autoayudas, salta cuando haya un charco, mójate en la lluvia, baila con tus amigos, sácale una sonrisa a tus familiares y dales un abrazo, haz reír a alguien que esté triste, ayuda al que lo necesite y perdona a quien se arrepiente, pero sobretodo, date la vuelta y sácale la lengua a la vida.